El precio de la gasolina ha sido, durante muchos años, el principal argumento utilizado por las áreas de marketing de los fabricantes de vehículos para impulsar las ventas de sus modelos eléctricos.
Tesla ha basado parte de su estrategia de venta de sus autos en los supuestos ahorros de no tener que comprar gasolina nunca más.
El desplome en el precio del petróleo, que tuvo como resultado una caída en el de la gasolina, encendió los focos rojos de los fabricantes de vehículos eléctricos, que vieron en el abaratamiento de los combustibles fósiles una amenaza para la movilidad eléctrica.
El precio de la gasolina ha sido, durante muchos años, el principal argumento utilizado por las áreas de marketing de los fabricantes de vehículos para impulsar las ventas de sus modelos híbridos y eléctricos.
Cuando Nissan lanzó en México el Leaf de primera generación en 2014, un dato que los directivos de la marca repetían en cada oportunidad era que el gasto mensual para recargar el modelo eléctrico era hasta 60% menor al realizado para llenar el tanque de un modelo a gasolina de tamaño similar.
Este argumento fue repetido por el resto de los fabricantes que lanzaron modelos eléctricos a México en los siguientes años. Tesla, por ejemplo, ha basado parte de su estrategia de venta del Model 3 en los supuestos ahorros de no tener que comprar gasolina nunca más. Pero estos cálculos se realizaron en función de un precio de gasolina de 2.85 dólares por galón.
Pero tras la negativa inicial de Rusia y Arabia Saudita de reducir la producción de petróleo a principios de marzo, al subestimar el impacto que tendría la pandemia en la demanda global de crudo, los precios del petróleo tuvieron la peor caída de su historia. Esto dejaría a los fabricantes de vehículos eléctricos sin uno de sus principales argumentos de venta.
Con casi 12,000 gasolineras en México que actualmente venden la gasolina regular por menos de 17 pesos el litro, casi tres pesos menos que en enero de 2020, los vehículos eléctricos se han convertido en una venta difícil. Esta situación no es exclusiva de México, en Estados Unidos, el segundo mayor mercado consumidor de autos a nivel global, las estaciones de servicio venden un galón de gasolina por menos de 1.50 dólares, cuando en enero costaba casi el doble.
Aunque la OPEP+ logró a mediados de abril un acuerdo para reducir la producción y estabilizar los precios del petróleo, algunos analistas advierten que las perspectivas para los modelos eléctricos son sombrías en el mediano plazo, debido a que los consumidores estarán escépticos ante la idea de desembolsar grandes cantidades de dinero por un vehículo que no les traerá “grandes ahorros” inmediatos.
“Las matemáticas simples son las que impulsarán la mayoría de las decisiones de compra de automóviles en 2020. Prevemos que habrá un cierto resguardo por parte de los consumidores habituales de estos modelos”, dice Guido Vildozo, analista de IHS Markit.
Según datos de Inegi, en abril de 2019 se vendieron 24 unidades eléctricas de los cinco modelos disponibles entonces. Un año después, en medio del desplome de los precios del petróleo, la cuarentena y con los primeros síntomas de la crisis económica, se vendieron 18 unidades eléctricas con el doble de oferta disponible en el país.
También las ventas de híbridos registraron caídas en abril: Toyota vendió la mitad de Prius, comparado con el mismo mes de 2019. Hyundai, que en abril de 2019 vendió 103 unidades de su modelo híbrido Ioniq, ahora solo comercializó 26. Las ventas del híbrido Honda Insight se redujeron a 11 unidades, desde las 124 vendidas en el mismo mes de 2019.
Además, los fabricantes prevén retrasos en las regulaciones enfocadas en la reducción de emisiones, que en los últimos años habían impulsado el desarrollo de más modelos eléctricos.
El 98% de las 140 compañías automotrices, entre fabricantes de vehículos y de autopartes, encuestadas por IHS Markit a principios de abril, esperan que la regulación europea que les exigiría un promedio de emisiones de 95 CO2 / km se retrasará al menos un par de años. El 11% de los encuestados también indicó que las metas de emisiones que otros países habían anunciado para 2025 también podrían verse afectadas.
Debido a esto, una quinta parte de las compañías encuestadas dijo que las inversiones en investigación y desarrollo de tecnologías de electromovilidad, como nuevas generaciones de baterías, motores eléctricos y electrónica de potencia, serán las más castigadas en el corto plazo.
No obstante, Vildozo opina que la movilidad eléctrica no tiene marcha atrás. “Quizá ahora habrá algunos planes de negocio que puedan generar una pérdida. Sobre todo aquellos [modelos] que vayan a ser lanzados en el corto plazo, en un ambiente de incertidumbre, recesión y gasolina barata. Pero el desarrollo de carros eléctricos llegó a un punto de no retorno, dice el analista.
Fuente: Expansión