La diversidad de marcas distintas a la de Pemex representa una ventaja para los usuarios, pero también una clara y directa afectación a empresa del Estado.
Los consumidores de gasolinas y diésel tendrían que sentirse felices porque en México ya hay 20 empresas con permisos para comercializar combustibles automotrices con marcas distintas a la de Petróleos Mexicanos (Pemex) porque en la teoría económica del libre mercado eso significará alternativas en precio y calidad que con el monopolio no existía.
Esa diversidad de marcas representa una ventaja para los usuarios, pero también una clara y directa afectación a la Pemex, la Empresa Productiva del Estado Mexicano dedicada -todavía- a la producción de combustibles automotrices.
Será un golpe paulatino, pero certero a las operaciones de la petrolera mexicana porque desde la reforma energética que permitió no sólo la entrada de marcas distintas a Pemex sino también la importación de gasolinas por parte de comercializadores y distribuidores de combustibles, la afectación empezó a sentirse.
En 2013, cuando se aprobaron los cambios a la ley que regula la industria de los hidrocarburos y sus derivados, la petrolera del Estado producía un promedio de 437 mil barriles al día de gasolinas, pero problemas de paros programados por mantenimiento, no programados por el estado físico de las refinerías, problemas de logística, accidentes y otros temas han ocasionado que la producción decaiga cada año.
El Sistema de Información Energética revela que en 2014 el volumen bajó a 421 mil barriles al día en promedio, en 2015 se cayó a 381 mil y en 2016 el promedio apenas alcanzó los 325 mil barriles al día de gasolinas. De manera dramática, el volumen al cierre de julio apenas alcanzó los 219 mil barriles de gasolinas al día, lo que representa una aparatosa caída de 49%, es decir casi la mitad de lo que se producía.
“La implementación de la reforma energética en materia de petrolíferos representa diversidad, competencia, apertura de oportunidades para trabajadores y empresarios y libertad de elección de servicio para los consumidores”, aseguró el Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, en la inauguración de la primera estación de servicio de la empresa Shell en Tlalnepantla, Estado de México y habló de inversiones por 16 mil millones de dólares en inversiones en nuevas terminales de almacenamiento, poliductos, gasolineras, entre otros.
El funcionario nada mencionó de que los empleos para la refinación no se crearán en México, sino que seguirán creciendo en otros países, principalmente Estados Unidos, de donde se importa un gran volumen de la gasolina que consume el mercado mexicano. Al cierre de julio de este año la venta de gasolinas en el país fue de 789 mil barriles diarios. Así que apenas producimos una cuarta parte del volumen requerido y todo apunta a que cada vez más crezca el volumen de las gasolinas compradas en el extranjero.
A la fecha, la Secretaría de Energía ha otorgado 224 permisos para la importación de gasolinas y 324 para diésel. Como resultado, 16 empresas privadas ya importaron gasolinas por lo menos en una ocasión, la mayoría, para autoconsumo y una empresa en el Noreste del país para fines de comercialización, informó el cinco de septiembre de 2017, Joaquín Coldwell.
Ninguna intención de construir una nueva refinería y crear los empleos que de eso derive en México, ninguna intención de aumentar, a su máxima capacidad, la capacidad de producción de las seis refinerías existentes. Ha resultado más práctico depender del extranjero para obtener los combustibles automotrices necesarios para el parque vehicular mexicano. Llegará el momento en que las refinerías propiedad de Pemex sean desmanteladas o vendidas como chatarras a otras empresas, por lo pronto seguiremos exportando el petróleo para que nos lo devuelvan convertido en gasolinas y diésel. Pésima estrategia para seguridad energética nacional ¿no creen?
Fuente: Forbes México